No se trata de si soy magnífico o un desastre. Tampoco de si brillo o paso desapercibido en tales o cuales contextos. Se trata de cómo Dios puede hacer con mi barro su obra, cómo quiere poner mi vida en su camino, mis pasos tras sus huellas, mis manos a trabajar por su Reino. Se trata de que, en mi debilidad y en mi fortaleza, Dios sigue mirándome extasiado porque me ve bueno, sigue llamándome a vivir su evangelio….