Muchos de nosotros vivimos en un mundo de asfalto, en ciudades de las que rara vez salimos. Nuestros días se mueven entre casa y el lugar de trabajo, y la mayor parte de nuestro tiempo lo pasamos en edificios en los que lo más verde que vemos son las plantas en macetas. Nuestro ocio es también urbano: cines, bares, compras, televisión, ordenadores…
La fiesta de San Isidro Labrador nos invita a mirar al campo. A no olvidar la realidad del mundo rural. En España, el 80% del territorio es rural. En buena medida, despoblado y cada vez más abandonado. El abandono del medio rural y de la agricultura es un problema de todos, pues las consecuencias que va a tener en los ecosistemas nos atañen a todos, la pérdida de una cultura de relación con la tierra y de una cultura rural está ya en el período de irreversibilidad. Dicha cultura rural es la base de la cultura actual de muchos países. Pensemos en la religión. El evangelio es un relato surgido en un contexto agrícola y lleno de imágenes agrícolas. Muchas fiestas tienen origen agrícola. Cosechas, siembras, vendimias… Conocer la propia cultura es muy importante.
La relación con la tierra, cogerla entre las manos, estrujarla, sembrar y plantar, regar y ver crecer, es un ejercicio espiritual para el ser humano… conocer la tierra, y el entorno es conocer lo que hace posible la vida. La vida depende de una fina capa de 15 cm alrededor de la tierra ¿por qué maltratarla, desconocerla, ignorarla, despreciarla? Dicen los expertos que en un puñado de tierra hay más biodiversidad que toda la que hasta el momento conocemos en el resto del Universo. Y este milagro ¿no nos dice nada? Como diría mi amigo Toño… es espacio sagrado, un paso atrás de respeto. No olvidemos que somos tierra, y en tierra nos convertiremos.
La relación con la tierra entrena nuestra sensibilidad. Nos ayuda a ser mejores, más sensibles, más pacientes, más amables, más observadores. La relación con la tierra trabaja nuestras raíces para que nuestra relación con las personas y los animales sea mejor, nuestro respeto al medio ambiente más profundo y espiritual.
Perdemos el contacto con el campo y por eso mismo perdemos la conciencia de la urgencia de una ecología integral. Algunas veces hay que andar descalzos por la tierra.
San Isidro Labrador, ruega por nosotros.