Para amar nunca es tarde. Y sin embargo a veces no termina de llegar el momento, la ocasión o la historia correspondida. O resulta que no tenemos tiempo, porque hay que trabajar, hay que construir, hay que hacer, hay que programar… Hasta que alguien te recuerda, en una canción, que para amar nunca es tarde. Y te invita a pensar, por un instante, en amigos, amores, en Dios mismo, creador del tiempo y del amor… hasta dejar que sea el corazón el que suene por encima de todas esas urgencias y quehaceres. Y quizás también te ayuda a comprender que el amor llega a su tiempo, y se va gestando despacio, y te invita a que el ritmo de dentro se vincule con la quietud de la tierra en sus ciclos, con la lentitud de las heridas que se toman su tiempo para sanar Y ya no valen las prisas. Y es que para amar nunca es tarde, aunque a veces aún no haya llegado el momento…

El Árbol de Diego (Doy Fe)

Han sido muchos los siglos
de profunda oscuridad,
de estar atados al miedo,
de no poder despertar
pero ya se están abriendo
las flores del Arrayán
con sus blancos mensajes.

Tarda la tierra en ararse,
tarda el brote en asomar,
tarda la herida en sanarse
y el que busca en encontrar
pero este presente instante
nunca deja de llegar,
para amar nunca es tarde.

Vamos, vamos corazón,
que se escuche en todas partes
el galope de tu voz, el rugido de tu sangre.

Vamos, vamos corazón,
empodera tu sonido
hasta hacernos resonar
en un gran solo latido.

El murmullo de los ríos,
el cantito del Chincol
y volando sobre los Mañíos
la bandada de Choroy
desataron en mi pecho
la cascada que ahora soy.
A la vida me arrojo.

Veas blanco o veas negro,
seas del norte o del sur,
creas en el dios que creas,
quieras oro o quieras luz
llevas latiendo en el pecho
un milenario kultrun
del que todos fuimos hechos.

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