Hay una realidad muy clara: en la vida hay que saltar al vacío de vez en cuando. No vale con aferrarse a falsas seguridades, aún a riesgo de meter la pata, y de poder estrellarse. Lo contrario es pactar con la mediocridad, dejar que gane el miedo, huir de nuestra propia vida.

Los abismos están, lo miedos también. La pregunta es sencilla: ¿nos atrevemos a saltar al vacío por algo que merezca la pena?

Quién sabe

Quién sabe cómo acabará esta noche
Si nos sacarán a hombros entre vítores y voces
O caeremos hasta el fondo como águilas precoces
Cuando ya no quede nada

Quién sabe si hablarán en las noticias
Si nos abrirán las puertas del jardín de Las Delicias
O daremos media vuelta, picaremos como avispas
Y saldremos a patadas

No me cuesta tanto si salto sin cuerda o sin red
Caerme al abismo, saber perder
¿Cuántos impactos podré aguantar? No sé
No sé pero vamos a probar a ver qué pasa
Y diremos que lo hicimos sin querer

Quién sabe si será solo un ratito
Si estaremos cuando acabe o seremos infinitos
Si se me ha soltado un cable o han saltado tus circuitos
Y he subido para nada

No me cuesta tanto si salto sin cuerda o sin red
Caerme al abismo, saber perder
¿Cuántos impactos podré aguantar? No sé
Pero vamos a probar a ver qué pasa
Y diremos que lo hicimos sin querer

Nanana-na
Nanana-nanana
Nanana-na
Nanana-nananana

No me cuesta tanto si salto sin cuerda o sin red
Caerme al abismo, saber perder
¿Cuántos impactos podré aguantar? No sé
Pero vamos a probar a ver qué pasa
Y diremos que lo hicimos sin querer

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