La Vida se empeña (tozuda ella) en darnos siempre oportunidades nuevas, la posibilidad de reconducir una mala opción tomada, una relación, una amistad… ser capaces de pedir perdón y volver a intentarlo (incluso con nosotros mismos). Aceptarnos tal como somos, con los cambios que nos va trayendo el paso de los años, aprendiendo a querernos. Resetearnos cada mañana cuando abrimos el ojo y ponemos un pie en el suelo para decidir a qué o a quién vamos a dedicar nuestro día. Cada día. A veces con la certeza de estar apostando sobre seguro. Porque tenemos el viento a favor (Rm 8, 31).

El Hombre Garabato (Luciérnagas)

Si encajamos otro golpe
y salimos a ganar,
y si hacemos cuenta nueva
sin más que esperar,
sin mirar atrás…
¿Cuántas veces perdiste?
¿Cuántas más vas a ver que el cielo se abre
de una vez?

Si avanzamos por impulsos
aunque no podamos ver,
si una sombra no es más que tu cuerpo al andar,
si sabes mirar,
Si encaramos el miedo
ya no importa que el tiempo haga sus surcos
en la piel

¿Qué vas a temer?
¿Qué puede pasar?
¿Quién puede agarrarte por los pies
si empuja el aire por detrás?

Te propongo dar un salto,
te propongo despegar.
Acabemos desnudos cubiertos de sal
sin miedo a nadar.
Y si hacemos un trato:
tú despides el duelo
y yo no paro de cantar.
¿Qué vas a temer?
¿qué puede pasar?
¿quién puede agarrarte por los pies
si empuja el aire por detrás?

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