Últimamente le doy vueltas a una idea (yo no sé si os pasa de vez en cuando…): más que una idea, es esa sensación de eternidad… como que siempre tenemos todo el tiempo del mundo por delante. Y quizá no te das cuenta realmente de la limitación hasta que llega el momento de despedirte de alguien de tu entorno.
Es posible que le demos más importancia de la necesaria a las cosas que tenemos (las cosas, que las personas nos acompañan o las acompañamos, no las tenemos…), a los lugares en que en una etapa determinada nos movemos, con sentimiento de ‘pertenencia’, cuando en realidad, «Yo no soy de aquí… pero tú tampoco». Estamos de paso, y cada vez estoy más convencida de que nuestro principal trabajo es ser felices y procurar que otros lo sean. Disfrutar con las pequeñas cosas de todos los días, que son las que verdaderamente «merecen la alegría» (que diría Álvaro Fraile…).
Aprovechemos, pues, cada ocasión, cada persona, cada triunfo… e incluso cada fracaso… Y presentemos, cada noche, el corazón lleno de nombres…
Jorge Drexler (Salvavidas de hielo)
Apenas nos pusimos en dos pies,
comenzamos a migrar por la sabana
siguiendo la manada de bisontes
más allá del horizonte, a nuevas tierras lejanas.
Los niños a la espalda y expectantes,
los ojos en alerta, todo oídos,
olfateando aquel desconcertante paisaje nuevo, desconocido.
Somos una especie en viaje:
no tenemos pertenencias, sino equipaje.
Vamos con el polen en el viento,
estamos vivos porque estamos en movimiento.
Nunca estamos quietos,
somos transhumantes,
somos padres, hijos, nietos y biznietos de inmigrantes.
Es más mío lo que sueño que lo que toco.
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco…
yo no soy de aquí, pero tú tampoco…
de ningún lado del todo,
de todos lados un poco…
Atravesamos desiertos, glaciares, continentes,
el mundo entero de extremo a extremo,
empecinados, supervivientes,
el ojo en el viento y en las corrientes,
la mano firme en el remo.
Cargamos con nuestras guerras,
nuestras canciones de cuna,
nuestro rumbo hecho de versos,
de migraciones, de hambrunas.
Y así ha sido desde siempre, desde el infinito.
Fuimos la gota de agua viajando en el meteorito;
cruzamos galaxias, vacíos, milenios,
buscábamos oxígeno, encontramos sueños…
Apenas nos pusimos en dos pies
y nos vimos en la sombra de la hoguera,
escuchamos la voz del desafío
siempre miramos al río, pensando en la otra rivera.
Somos una especie en viaje:
no tenemos pertenencias, sino equipaje.
Nunca estamos quietos, somos trashumantes,
somos padres, hijos, nietos y biznietos de inmigrantes.
Es más mío lo que sueño, que lo que toco.
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco…
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco…
de ningún lado del todo
y de todos lados un poco
Los mismo con las canciones,
los pájaros, los alfabetos…
Si quieres que algo se muera
déjalo quieto.