Lo tenemos muy fácil, nos sigue allá donde vayamos, incluso “donde el invierno no consigue llegar”. Pero aunque sea tan fácil, tenemos que poner un poco de nuestra parte, ver que queda espacio para nosotros, que es nuestro turno.
Llevamos años compartiendo la canción de la Vida en la que tenemos una estrofa (por muy pequeña que pueda parecer) dedicada para nosotros. ¿Qué parte de esa canción queremos ser?
Él está ahí y nos repite: “Es tu turno, sé que puedes hacerlo”.
Vetusta Morla, (Mismo sitio, distinto lugar)
Donde la hiedra no se atreve a trepar, y amanece en secreto.
Donde el invierno no consigue llegar, en el último intento
En la antesala del derrumbe total, donde el filo es el estrecho
En el auxilio del penúltimo bar, en el beso más lento
Hay un sitio para cada lugar, queda espacio para ti
Es tu turno, sólo tienes que verlo
De la oración del violín principal,
al aullido del viento
Del contrapunto al redoble crucial, todo nace en el pecho
Hay un himno para cada final y una frase es para ti
Es tu turno, sé que puedes hacerlo
Compartimos el mismo andén Hemos sido cabaña y temporal
Gotas que prenden cuando caen Hemos sido un amante impar
Y ahora el círculo vuelve a cuadrar
Hay un himno para cada final y una estrofa es para mí
Es mi turno, sé que debo romperlo