Un día un buen amigo te dice: «Esta canción está bonita para permitirse un poco ese llanto que sana y renueva». Y cuando la escuchas, estás oyendo la tristeza de tu amigo, y sus lágrimas, y su cansancio. Y te reconoces en la bruma de a veces y deseas decirle que en ti tiene un hogar. Y que sabes que sus lágrimas también son riego en la tierra de tantos a los que llega, y donde su voz es caricia y sanación.

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