La vida siempre resurge de la mano de Dios, quien todo lo hace nuevo. A veces, se muestra desde lo más pequeño y con señales muy discretas. Ese brote de vida nueva que surge a cada instante. A veces, nos podemos admirar al presenciar el germinar de una nueva flor, con su belleza propia entre las bellezas del resto de flores. Otras puede que nos sintamos saciados y agradecidos, tomando del agua que brota entre las vicisitudes del desierto. A veces, incluso, en momentos y/o situaciones donde no esperamos que nazca nada, en la sequedad… también ahí, algo nuevo se está creando.
Es necesario el tiempo de espera, pero luego nace de nuevo la vida. Siempre, siempre, algo nuevo está brotando.
Sólo desde la novedad del Espíritu saciaremos nuestro anhelo más profundo y auténtico. ¿Eres capaz de verlo? ¿No lo notas ya?
Este tema toma su letra de una cita de Adviento, Is 43, 19-20. Es por ello que podrías tocarla como antífona en ese tiempo. En otros contextos, nos puede evocar la sed que tenemos de Dios, la importancia de atender a su escucha y abrirnos a la novedad de la vida y su mensaje, o puede que nos lleve a un sentimiento de descanso y de agradecimiento ante la promesa de ese Dios Amor que sacia nuestra sed.
Mira, yo realizo algo nuevo
Ya está brotando. ¿No lo notáis?
Como agua en el desierto
apagaré la sed de mi pueblo.