Seguramente alguna vez has visto algún encierro de los sanfermines. Miles de personas corriendo delante o entre toros y vaquillas, arriesgando la vida en una carrera ¿contra el sentido común? Seguro que te has dado cuenta de que hay entre los corredores gente muy distinta y actitudes muy diversas. Es como la vida misma. Podemos ver distintas actitudes ante un encierro (y también en la vida).
Los temerosos –¿o prudentes?–. No se atreven a acercarse al peligro, prefieren verlo desde el otro lado de la valla. Como la cantidad de veces que, por miedo a enfrentarnos a las situaciones, no nos atrevemos a saltar la valla y enfrentarnos al toro.
Los locos –¿o pasionales?–. Quieren ser los primeros, ver al toro, cuanto más cerca y más tiempo mejor. Quizá no estén tan mal de la cabeza como describe la palabra. Todos pasamos por algo de locura cuando nuestra vida mira hacia donde la gente considera una absurdez y un riesgo innecesario.
Los valientes. Los que con cabeza fría y habiendo descansado, se abrochan los cordones, salen de casa y van específicamente a correr el encierro. Necesitas valentía ya que eres consciente del riesgo, lo has meditado, pero quieres enfrentarte. Por aquí puede mirar la vida cuando nos plantamos ante las situaciones seguras para, necesitando algo más que te llene, decir no y buscar lo que de verdad te llene.
Los insensatos. Aquellos que corren sin estar preparados. Como la vida misma. ¿Cuántas veces nos enfrentamos solos a las situaciones porque yo puedo con todo? O echamos a andar sin haber dedicado un mínimo tiempo a reflexionar el asunto.
Los críticos. Consideran que están maltratando a los animales y se niegan a participar en la fiesta. La de veces que tendremos una opinión formada sobre un tema y tratamos de hacérselo ver a nuestro entorno.
Saber lo que se hace, o no. Saltar al ruedo, y correr. Claro que todo el mundo sabe correr, pero ¿se es consciente de a lo que uno se enfrenta? Cuántas veces por inercia habremos hecho algo y acabado diciendo, ¿pero qué he hecho?
Como estas actitudes, hay muchas otras que te encuentras en tu vida. Ni una es buena ni mala por su propio nombre, todo depende la forma en que hagas uso de ellas. Todos necesitaremos un poco de cada una. Quizás hoy necesites algo de temeridad, porque vienes de una situación que te ha defraudado. Quizá uses la locura porque te has cansado de ser el que pone el equilibrio en todas tus relaciones y necesitas romper con todo. Bien disfrutes de la valentía, para decir cosas en alto, o para plantarte ante lo que no te parece correcto. O bien sepas lo que haces, o no, porque te fíes de Él…
Quizá lo de Dios tenga un poco de eso… Temor a defraudarle. Locura porque, quién cree en alguien que nunca ha «visto» ni «oído». Valentía porque cómo creer en este mundo en el que todo está bien visto excepto la fe. Y saber lo que se hace, o no saberlo, ya que nunca te ha dicho «qué» hacer y no por ello dejas de intentarlo.