El otro día me dio por mirar cuántas  llamadas había realizado o atendido a lo largo del día y me quedé impresionado. Son muchas las llamadas que atendemos y otras tantas llamadas perdidas que no podemos coger. Algunas llamadas son de gente conocida y otras de números desconocidos. Pensando en esto, me vino a la cabeza la cantidad de «llamadas» que hay a nuestro alrededor de gente cercana y de gente desconocida. Llamadas que piden ayuda, necesitan escucha, buscan apoyo, quieren compartir, o simplemente interesarse por nosotros.
 
De la misma manera que estamos atentos a las llamadas del teléfono, debemos de sentirnos invitados a «escuchar» esas otras llamadas que la vida nos presenta y que son oportunidad de darse a los demás. Otras veces debemos aceptar que no podemos llegar a todo ni a todos y sentirnos limitados, teniendo en cuenta que no somos superhéroes sino humildes obreros al servicio de nuestro Padre.
 
 

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