La herida duele, escuece, sangra. Con suficientes cuidados, la herida cicatriza, aunque deja marcas que recuerdan el daño sufrido. Sin embargo: ¿es posible que la herida se ilumine? Se trata de una cuestión lancinante, sobre todo cuando nos asomamos a una herida tan profundamente existencial como el divorcio de una persona creyente que recibió el sacramento del matrimonio con el deseo de vivirlo en plenitud.
A partir de su propia experiencia de divorcio, releída con hondura y contrastada con el itinerario de otras personas que han atravesado situaciones semejantes, Elena Rodríguez-Avial ofrece en este libro una respuesta positiva, esperanzadora y desafiante. «La herida se ilumina. Acompañamiento eclesial a personas divorciadas» afirma que el divorcio es un duelo que toca la raíz espiritual de los creyentes que pasan por este proceso, pero que puede transformarse en fuente de crecimiento humano y espiritual si se cuenta con buenas herramientas. Ahí radican tanto la esperanza como el reto: el trauma provocado por el divorcio puede transformarse en fuente de luz pero para ello la comunidad creyente necesita desarrollar recursos de acompañamiento eclesial que por ahora resultan muy escasos.
Sería muy necesario que la Iglesia se implicase en esta pastoral de acompañamiento a personas divorciadas, pero no solo desde una simple intencionalidad, sino con preparación, camino y formación previa. (…) A través de las entrevistas a este grupo de personas divorciadas y a varios acompañantes y coordinadores de proyectos eclesiales de acompañamiento a personas divorciadas, hay algunas ideas comunes acerca de cómo encaminar esta pastoral. En sus palabras aportan algunas claves para aquellos miembros de la Iglesia que quieran iniciar este camino en sus parroquias, en sus comunidades o también en sus colegios, donde hoy los profesores y orientadores no saben cómo proceder ante estas situaciones a las que se enfrentan los menores que están a su cargo en las aulas.