Andrés, Santiago, Nicodemo, María -la discípula por excelencia-…tantos hombres y mujeres que un día oyeron su nombre de labios de Jesús y se pusieron en marcha detrás de aquél Galileo que no les ofrecía comodidades ni facilidades, pero que les garantizaba una vida plena y fecunda. Los caminos de estos discípulos, sus resistencias, sus meteduras de pata, su deseo sincero de seguir a Jesús no son tan diferentes de los nuestros. De manera sugerente, Dolores Aleixandre nos ayuda a acercarnos a muchos personajes que nos han precedido en el camino del seguimiento, para que aprendamos de ellos, relativicemos nuestras dificultades y, sobre todo, reanimemos nuestro deseo de ser discípulos de Jesús.
«Jesús se hace presente en las circunstancias concretas en las que estamos: encerrados muchas veces en nuestros temores, defensas e ideologías, pero sin que eso suponga un obstáculo absoluto para que él realice en nosotros su obra. Porque él no se detiene ante las “armaduras oxidadas” con las que intentamos protegernos, sino que busca en nosotros ese “punto de fractura” en el que emerge nuestro deseo más hondo de libertad, permite que emerjan ante él nuestros prejuicios, aferramientos y resistencias, hasta que aparece el anhelo de vida que se esconde en nuestro corazón y entonces él “tira” de ese deseo y toma en sus manos nuestro futuro» (pág. 9)