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 Estando a comienzos del año nuevo y tratando de buscar un libro que, complementando al evangelio, pueda estar en la cabecera de nuestra cama los 356 días que le faltan, me parece que éste de Monseñor Romero puede ser el acertado, por tres razones:

 a. Es un libro que respira evangelio en todas sus páginas. Cada una de las reflexiones están sacadas de las homilías pronunciadas en la catedral de San Salvador durante sus tres últimos años de vida. Como sabéis le mataron un 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la eucaristía.

b. Es un libro que nos recuerda el compromiso que la Iglesia y todos los cristianos deberíamos tener con el momento histórico en el que nos ha tocado vivir la fe. El suyo fue el de la guerra inminente que iba a sufrir El Salvador en esos convulsos años. ¿Y el nuestro? Tal vez la lectura de estas páginas te ayude a encontrarlo o, por lo menos, alimente su búsqueda.

c. Es el testimonio escrito de un mártir cristiano, alguien que en la palabra dicha empeñó su vida. Le mataron por hablar, por no callar la palabra de Dios en defensa de los más pobres. Los pobres de hoy son otros, pero al igual que entonces, siguen necesitando voces como la de Monseñor Romero que los representen, que los respalden, que los defiendan, que les den esperanza.

 «ue se capacite a los niños y a los jóvenes a analizar la realidad de su país, que se los prepare para ser agentes de transformaciones, en vez de alienarlos con un amontonamiento de textos y de técnicas que los hacen desconocer la realidad. Así hay muchos técnicos, muchos sabios, muchos profesionales que saben su ciencia, su profesión, pero que son como ángeles desencarnados de la realidad en que actúan su profesión. Lo primero que debe buscar una educación es encarnar al hombre en la realidad, saberla analizar, ser críticos de su realidad…»

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Editorial

PPC

Año de publicación

2005

Páginas

405

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