Una vez un franciscano con el que me acompañaba, me dejo un libro que se titula: ¿Por qué temo decirte quien soy? de John Powell. En un pasaje del libro cuenta la historia de un señor que se dirige a comprar el periódico aun quiosco, cuyo quiosquero lo trataba bastante mal. A pesar de ese comportamiento inapropiado, el protagonista de esta historia continuaba tratándolo bien. Al salir de allí, el amigo del protagonista le preguntaba porque seguía tratando bien al quiosquero a pesar de su comportamiento inapropiado. El protagonista le contestaba que no quería que los demás determinen su forma de ser.
Esta historia se ha hecho presente a lo largo de mi vida una y otra vez, desconcertándome en muchos momentos, y situándome ante la gran pregunta de vivir por inercia o elegir vivir siendo libres para ser lo que somos, sin dejar que las circunstancias determinen nuestra forma de ser.
Aquí está el reto y la dificultad: ser libres para vivir desde los valores del Evangelio sin peros, sin condiciones, sin excusas.
Que las situaciones incómodas, los problemas, las envidias, los miedos, los egos mal situados, no nos hagan alejarnos del camino de hacer presente a Dios a través de nuestra vida y nuestros gestos, aunque cueste y en momentos duela.
¡Adelante!



