Los bárbaros tienen escaso aprecio por la historia. […] Buscan un contexto (una cultura) en el que un siglo como el XX vuelva a ser absurdo, como tendría que habérseles aparecido incluso a quienes lo fabricaron. Y, si pensáis en el surfing mental, en el hombre horizontal, en el sentido disperso de la superficie, en la alergia a la profundidad, entonces podréis intuir algo sobre el animal que va a buscarse un hábitat que lo proteja del desastre de sus padres. El escaso tiempo que los bárbaros dedican a los pensamientos, ¿no os parece un sistema para prohibirse ideas que puedan generar idolatrías? Y ese modo de buscar la verdad en la cosas de la red, y que mantienen en la superficie con otras cosas, ¿no os parece una estrategia infantil pero precisa para evitar hundirse en el abismo de una verdad absoluta y fatalmente parcial? Y el miedo a la profundidad, ¿no es tal vez también, un reflejo condicionado del animal que ha aprendido a desconfiar de cuanto tiene raíces demasiado profundas, tan profundas que se acercan al peligroso estatuto del mito? Y la continua degradación de la reflexión, que va a buscarse formas vulgares y pastiches impensables, ¿no os parece hija del instinto de llevar siempre consigo un antídoto contra las ideas propias, antes de que sea demasiado tarde? […] Estaré loco, quizás, pero de vez en cuando pienso que la barbarie es una inmensa vanguardia convertida en sentido común. El sueño de Schönberg, que el cartero silbara por la calle música dodecafónica, se ha hecho realidad de una manera perversa: el cartero existe, no es nazi, silba, lo que ocurre es que la música es la de Vodafone. Hay algo ahí que aún tenemos que comprender…).

Alessandro Baricco (Los bárbaros)

Te puede interesar