Imagina que eres una computadora conectada a las miles de millones de personas en nuestro planeta. Constantemente, recibes millones de mensajes por hora y procesas una enorme cantidad de noticias en cuestión de segundos. ¿Te preguntas si tu sistema aguantará durante muchos años sin sobrecalentarse? ¿Te preocupa si te vas a saturar? ¿Tendrás suficiente espacio para almacenar toda esta información?

Esto es lo que nos ocurre a diario con la avalancha de información que recibimos constantemente. Hay momentos en los que nos sentimos abrumados por la gran cantidad de noticias, fotos, comentarios, drama, tragedias e incluso por las interacciones con nuestra propia familia. Entonces, ¿qué hacemos ante esta marea incesante de información que parece que nos empuja a mantenernos en constante actualización de la vida? A veces, nos sentimos saturados por la avalancha de noticias diarias y nos cuesta encontrar un espacio positivo en este entorno que nos rodea. Al igual que una computadora que se sobrecalienta debido al esfuerzo constante de procesar información, esta sobrecarga también puede afectarnos. Por lo tanto, es importante encontrar momentos para desconectarnos de la realidad y buscar un espacio donde podamos descansar y recargar energías.

San Ignacio de Loyola nos invita a discernir en momentos de dificultad, especialmente cuando nos vemos abrumados por la información que debemos procesar a diario. El discernimiento implica escuchar y encontrar la voz de Dios en nuestra vida. Es un don fundamental que san Ignacio nos transmitió a través de los Ejercicios Espirituales. Si observamos la vida de Jesús en los Evangelios, podemos notar que él vivió el discernimiento en todos los aspectos de su vida, especialmente cuando sus palabras y acciones tenían el potencial de afectar la vida de otros. Por tanto, su ejemplo debe ser un faro para nuestra propia vida. Discernir es esencial, especialmente en un mundo donde las redes y los medios pueden inundarnos con información incorrecta o sesgada. Debemos aprender a hacer una pausa, tal como lo hacía Jesús, y retirarnos a orar para obtener una visión más clara de toda la situación. A pesar de que nuestra mente puede funcionar como una computadora, no estamos exentos de «contraer» un virus que nos impida mantener un balance saludable.

Te invito a que busques tu espacio, tu lugar, tu santuario donde puedas meditar a la luz del Evangelio las realidades que te rodean. De vez en cuando es bueno apagar la computadora para reiniciar llenos del amor de Dios.

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