Llevamos unas semanas en las que está en cuestión si la Iglesia debe pagar el ibi (impuesto de bienes inmuebles). Y si finalmente lo tiene que pagar debería ser después de un debate sereno, con razones y viendo cuáles son las ventajas y los inconvenientes. Pero normalmente cuando se pide que la Iglesia pague más es porque se tienen prejuicios de que es una institución manipuladora, poderosa y que sólo busca su beneficio. Lo triste es que para “defender” a la Iglesia, se responde igual de irracionalmente desprestigiando a sindicatos o partidos políticos.

Hay que estar muy embotado de prejuicios para no ver que la Iglesia aporta cosas buenas a la sociedad, y no solo con Caritas: pensemos en colegios, universidades, hospitales, casas de acogida, residencias de mayores, cercanía, acompañamiento… Pero a veces los prejuicios no nos dejan ver que, en principio, los sindicatos trabajan para que los trabajadores tengan una vida más digna o que los partidos políticos buscan el bien común de todos los ciudadanos. Y claro que hay cristianos sinvergüenzas, sindicalistas aprovechados o políticos corruptos. Y a estos hay que denunciarlos para que dejen de hacer mal. Pero también ayudaría en una situación tan difícil como la que vivimos sumar esfuerzos, porque hay mucha más gente buena que lucha desde distintas pertenencias y creencias en la misma dirección.

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