¿Y quién no tiene heridas en su historia? ¿Y quién no se lleva algunas decepciones? Pero compartir esas batallas, luchar codo a codo con compañeros de camino, tener un horizonte y un proyecto común, seguir al mismo Señor, todo esto forma parte del camino. Este 20 de mayo de 2021 arranca el Año Ignaciano (quinto centenario de la conversión de san Ignacio de Loyola). Es quizás su historia la que inspira a tantos que, como él, en algún momento hemos sentido que se nos quebraba la rodilla, se nos rompía algún sueño, o la realidad desmantelaba nuestros anhelos. La música de Cristóbal Fones y la letra de José María R. Olaizola se juntan aquí, para contar nuestra historia compartida…

Al final de la vida llegaremos
con la herida convertida en cicatriz.

El amor pasará varias facturas.
El camino nos dejará mil huellas.
Con la misma pared tropezaremos.
Alguna decepción nos hará mella.
Mas somos hijos de un Dios enamorado.
Sedientos buscadores de respuestas.
Somos pura ambición que Tú sembraste,
para que así tu reino floreciera.

Lucharemos a muerte con el ego.
Sentiremos que el tiempo nos aprieta.
Guardaremos derrotas en la entraña.
Perderemos la música y la fiesta.
Y, con todo, seguiremos bailando.
Porque así somos, humanos en tu estela.
Portadores de un fuego inextinguible.
Creyentes en un mundo sin fronteras.

Somos fragilidad entusiasmada,
soñadores que no se desesperan.
Nunca renunciaremos al mañana,
aunque en el hoy nos toque la tormenta.
Y si acaso se agrietan los motivos
por los que un día elegimos tu bandera,
agrietados seguiremos caminando,
que tu evangelio es ahora nuestra tierra.

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