«Cuanto más numerosas son las personas con que estás en contacto permanente, tanto peor; el aumento del número de conexiones baja de manera directamente proporcional al denominador común. Y todo el tejido de relaciones gira en torno a este denominador común de forma muy rudimentaria. No  es posible ninguna relación seria, no hay un intercambio de ideas ni ningún tipo de apego además de la dependencia de tener la sensación de que siempre tienes que estar cerca de alguien, de que estás conectado, al fin y al cabo. Aireas un número finito de ideas y expresiones rudimentarias. Las relaciones se reducen a un corte superficial, en la capa más epidérmica. Planas, carentes de profundidad. En este sentido, en realidad no llegas a conocer, de hecho, a nadie con quién estás en este tipo de contacto. Quizás sabes los nombres -o solo los apodos-, ves las fotos que ellos deciden compartir contigo y averiguas de ellos solo lo que quieren transmitir. Por lo general, lugares comunes: familia, juerga, entretenimiento excursiones como los turistas japoneses que se amontonan como ovejas, sin cesar, por el mismo camino, en la misma fila, con el mismo paso, con la misma ropa. Incluso el ángulo desde el cual toman las fotos a menudo es idéntico. Visitar los mismos lugares, el mismo tipo de diversión, las mismas cosas fáciles de comunicar. Cuanto más fáciles de comunicar, más superficiales serán. En la ausencia del pensamiento, todo es prefabricado. Una soledad profunda y ensordecedora».

Igor Begler (La Biblia Perdida)

Te puede interesar