Esta semana al coger la guitarra resultó que tenía una cuerda rota. Así que, decidí quitar la cuerda y tocar de todas formas. Tras afinar el resto de las cuerdas estuve tocando un rato. Sin duda se notaba un sonido distinto pero el conjunto total daba un buen resultado.
 
Al terminar pensé, que quizás en la vida, nos está pasando algo semejante. Queremos que todas las situaciones sean perfectas e ideales y nos quejamos cuando esto no es así. Queremos que nuestra vida y nuestro contexto sean perfectos y, cuando no ocurre, nos bloqueamos, nos ofuscamos, o nos quejamos de éste, de aquel, de aquello y de lo otro.
 
Quizás lo que nos falta es recordar –como en la guitarra sin cuerda– que se puede dar vida y servir con lo que somos y tenemos. Y que el reto justamente está, en ser capaz de dar vida en las circunstancias en que nos que toca vivir, aceptando las limitaciones, imperfecciones e injusticias que son parte de la vida de todo y de todos.
 
Convirtamos nuestra vida y nuestro contexto en una gran melodía de entrega y servicio al estilo de Jesús.
 
¡Adelante!

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