Esta es una afirmación muy propia de nuestro tiempo. Personas -muy buenas en la mayoría de los casos- que se declaran espirituales, pero que reniegan de la religión por distintos motivos. O que dicen afirmar una realidad trascendente, pero que deciden cultivar esa relación sin la religión, o muy al margen de ella. Y no lo neguemos, es algo muy habitual, y muy propio de nuestro tiempo. Sin embargo, la experiencia dice que este planteamiento, por regla general, no suele tener mucho recorrido ni demasiada solidez, aunque pueda haber voluntariosas excepciones. Que a veces queda, como tantas cosas de nuestro tiempo, muy bien en una frase o en una foto, pero que no tienen arraigo en la realidad, ni mucho compromiso, ni mucha duración en el tiempo.

Una vez escuché decir al místico Pablo d´Ors que la religión es la copa y la espiritualidad el vino. A mi me gusta esta imagen. Porque lo espiritual -y las cosas de Dios- necesitan sí o sí encarnarse. De lo contrario, podremos acabar en el gnosticismo que reduce la realidad a ideologías o a bonitas palabras, y que queda fenomenal en Instagram o en la contraportada de un periódico, y poco más. Asimismo, olvidarnos de la copa de vino -el continente-, hace que todo se puede derramar a las primeras de cambio. Dejar fluir está muy bien, pero el líquido, por bueno que pueda ser, no se sostiene por sí solo. Necesita estructura, comunidad, solidez, vacío, ritos, hondura y forma, que es lo que propicia la religión, aunque a veces, como todo, tenga sus fisuras por donde se escapa hasta el mejor de los vinos.

La espiritualidad necesita de la religión para subsistir en el tiempo. Pero a su vez, la religión necesita de la espiritualidad para no ser un continente con demasiadas grietas, porque lo importante, no lo olvidemos, es el encuentro de cada persona con el Dios de la misericordia. En definitiva, un abrazo con Dios que nos ama profundamente, y que nos invita a una vida llena de amor, de fe, de esperanza y, sobre todo, de plenitud y de sentido

No hay que elegir entre religión o espiritualidad, es religión y espiritualidad. Tan sencillo, y a la vez tan complejo.

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