¿Cómo imaginas el cielo? Es frecuente que acudamos a imágenes infantiles para pensar en esta realidad que nos supera. Recuerdo que de niño había quienes, al dibujar un paisaje, solían pintar una línea horizontal, arriba del folio, que separaba el cielo de la tierra. Otros, sin embargo, optaban por no poner límites al espacio celeste y pintar de azul (es frecuente que cuando pintamos paisajes, al menos en tierras de sol, reflejemos días soleados en los que luce un intenso cielo azul añil) todo el espacio que quedaba en blanco después de pintar prados, casas, árboles y caminos…
Cada época ha pensado y representado el cielo de maneras distintas. Desde las cortes celestiales propias del medievo a un cielo dividido en nueve esferas que describe el renacentista Dante en su Divina Comedia. La película cómica dirigida por José Luis Cuerda que le daba la vuelta al enunciado: Así en el cielo como en la tierra, nos ofrecía la visión de un cielo parecido a un pueblo español de la posguerra… pero ¿qué nos dice el evangelio del cielo?
Jesús habla del Reino de Dios. Él es quién ha venido a inaugurar ese Reino del que predica y del que sus acciones son primicia y adelanto. ¿Qué gestos y acciones de Jesús son signos del Reino? En primer lugar, con las curaciones expresa el poder de Dios que reintegra a quienes están, debido a la estrechez de mente y dureza de corazón, fuera de la comunidad. Además, en sus comidas (la Eucaristía es el culmen de estos banquetes) comparte el pan, no con los acomodados e integrados de la sociedad, sino con quienes por diversas causas son excluidos y marginados, reconciliando así una sociedad dividida. Al tomar como ejemplo a un niño está diciendo a sus discípulos que quienes aparentemente no cuentan en este mundo de jerarquías y divisiones son los más importantes en el Reino. La actitud fundamental en el Reino es el servicio. En el momento más importante de su vida Jesús no pudo hacer otra cosa que abajarse, agacharse y servir a sus discípulos. Lavando los pies de quienes están agotados de tanto caminar es cómo hacemos presente el Reino de Dios en nuestros días.
Estos gestos y esta manera de vivir de Jesús, que no hacía otra cosa que cumplir la voluntad del Padre, son las que acercan cada día un poquito el cielo a la tierra. Solo si vivimos así podremos hacer de nuestra tierra algo más parecido al cielo pues, como nos recuerda san Pablo, el Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Rm 14, 17).