Uno ya no sabe cómo posicionarse. Si me voy a Sol en el 15M me acusan de indignado sin propuesta, si me manifiesto el 15S acabo entre banderas monocolor sintiéndome parte de algo que no era lo que se decía, si me acerco al congreso el 25S me tachan de agresivo y falto de civismo, pero si al final me quedo en casa me llaman mayoría silenciosa, y me hacen cómplice de un sistema con el que no acabo de estar de acuerdo. Haga lo que haga, me siento utilizado, malentendido, frustrado… ¿cómo ubicarse en un sistema tan complejo?

Corren tiempos difíciles, no es ningún secreto, y la realidad está tan enmarañada que muy pocos se aventuran a hacer análisis comprensivos. Nunca estuvo tan difícil diferenciar entre visionarios y fantasmas. A veces creo que soy ciclotímico pasando de la euforia – ¡sí se puede! – al más absoluto derrotismo – ¡no estamos cambiando nada! Estoy harto de conversas de café que sólo continúan la espiral comenzada por las tertulias radiofónicas y que logran estropear hasta las conversas más interesantes convirtiendo el descampado en trinchera. Parece que todo es “contra”, y nada es “para,” que todo es “se debería” y nunca “comencemos por.” Yo ingenuamente me pregunto dónde está nuestro sentido cívico, nuestro ser corporativo, nuestra pertenencia colectiva, nuestra dimensión comunitaria…

Y es que yo no soy si no es con otros, por mucho que me empeñe. Y claro que creo en el individuo, pero en un contexto, relacionado, construido y construyendo. Nuestra vida está montada a hombros de los que nos precedieron, y nos hacemos en la interacción, no me cabe duda. Sería un estúpido si no me preocupo por mejorar lo presente. No hacerme cargo de la realidad, pensar que no va conmigo, que no tengo nada que decir, es una aberración y una falta de responsabilidad.  

Todo ser humano, toda persona, por el hecho de serlo, tiene una perspectiva particular que viene con su dignidad, y como tal ha de ser tenida en cuenta para el todo. Llevamos un color y estamos llamados a pintarlo en el cuadro de la vida… los hay más chillones y llamativos, otros más discretos y sencillos, algunos son puros, otros son mezcla, algunos muy elaborados y otros más básicos, pero todos importantes…  la clave está en descubrir mi aporte, mi novedad, mi originalidad… porque a través de mí, Dios también se expresa, la realidad se configura, y el futuro se proyecta. Hoy toca expresarse, vivimos tiempos revueltos, donde la sociedad ha de repensarse, y más que nunca participar es deber, no hay alternativa. Recuperemos el derecho de decirnos, el deber de participar. No te cortes, exprésate, vincúlate, comprométete… ahí nos la jugamos. Y no sólo tú. Todos.

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