Hoy los amigos de Friends seríamos capaces de irnos a Yemen con tal de no saber lo que hemos sabido. Porque si algo tuvo Friends fue la mayor pandilla del mundo (más de 6, todos éramos amigos suyos sin ellos saberlo) y si algo tuvo Chandler fue el mayor número de pretendientas del mundo. Yo, sin ir más lejos, quería un novio como Chandler y, sin querer, he acabado siendo una novia como Mónica. No sé si el negocio me ha salido bien.
Hace poco más de un año, cené en casa de mis amigos María y Edu. María había traducido la biografía de Matthew Perry y me dijo: «No sabes tú qué vida». Algo había oído sobre adicciones y malas decisiones. En 2021, lanzaron el reencuentro de Friends (con el que no pude hacer otra cosa que llorar, tal vez porque me di cuenta de que no eran tan amigos entre sí como sí lo eran para mí), y todos confirmamos que algo le pasaba a Chandler (porque siempre sería Chandler). No nos hacía gracia, estaba completamente estirado (en honor a la verdad, en esa reunión los bisturíes les han salido más caros de lo que pensaron en su día haciendo números), muy nervioso, y en resumen, todos esperamos más.
Nosotros no teníamos ni idea de cómo era el actor personalmente, pero nos hicimos una idea en la cabeza que seguirá en ella siempre. La diferencia entre la realidad y lo que nosotros percibimos puede ser a veces desastrosa. Tanto como llevar a alguien a morir demasiado pronto por capricho del dolor. Puedo intuir de qué ha muerto sin saber por qué ha muerto. Y sin dar a entender por qué ha muerto, porque no lo sé, diría que la pena fue tan grande que a veces intentar vivir algunos años más se convierte en una acción completamente prescindible. Chandler fue el mejor personaje de Friends porque Matthew Perry fue el mejor interpretándolo. En mi mente siempre existirá un Chandler que fue Matthew Perry porque en el fondo no creo que el personaje distase tanto de la realidad. A nadie le hace mal esa idea cuando el reflejo es un personaje que también tenía sus cosillas como todo ser humano, pero era bueno a rabiar. Cuidaba, estaba siempre para todos aquellos que le necesitaban, y era muy divertido (ser gracioso es un don que la mayoría cree tener y no tiene, y quien realmente lo tiene a veces duda de su tenencia).
Me gustaba (y me gusta) Friends porque ensalzaba muchos de los valores en los que creía sin caer en moralinas. Me encantaba (y me encanta) Chandler porque representaba a la persona que me gustaría tener al lado. Y Matthew Perry dio cara y movimiento a uno de esos seis que nos conquistó, entretuvo e hizo creer en lo bonita que podía ser la vida con los amigos correctos. Y aunque sea sólo por eso merece ser recordado: dio vida a un personaje al que vale la pena intentar parecerse. Dio vida a un personaje de una serie donde nos enseñaron que «los novios y las novias vendrán y se irán, pero esto es para toda la vida».
Descanse en paz, señor Bing. Descanse ya, señor Perry.