Uno enciende la tele y los echa de menos. Puede que movido por el optimismo decida entonces sintonizar la radio. Tampoco. En ese caso está el recurso de acudir a la prensa o de salir a la calle, pero no hay manera de encontrarlos. Los buenos modales simplemente se han esfumado. Y quizás podríamos afirmar incluso que se los ha desterrado. Porque no sucede tan solo que cada día nos comportemos con peores formas, sino que incluso las personas que aún tratan de mantener un cierto código de cortesía son denominadas despectivamente como cursis o repipis, cuando no atacadas por relacionarse con gestos y palabras ‘clasistas’.

Lo sorprendente es que nos pasa también en ocasiones dentro de la Iglesia, en nuestros grupos y parroquias. Y es verdaderamente incomprensible, porque al contemplar a Jesús en los Evangelios uno no puede dejar de apreciar que el Señor era un hombre suave en el trato, correcto en sus palabras, cuidadoso con sus gestos. No se trata de añorar anacronismos y empezar a tratarnos todos como si nuestra vida transcurriera entre las paredes de un enorme Downton, pero quizás sí que podamos hacer nuestra aquella oración del padre Arrupe en la que le pedía al Señor su modo de tratar a los demás, su delicadeza, la amabilidad con que atraía a las multitudes. Puede que una tarea de los cristianos en nuestra sociedad, ahora que la cosa va cada vez más de minorías, de ser levadura que fermenta la masa, sea la recuperación de la buena educación en el trato con los demás, tan poco como saludar al entrar en un lugar, ceder el paso o el asiento, dar los buenos días o no olvidarnos de dar las gracias. Porque el cuidado en la atención a las personas que nos rodean, aunque sean desconocidas, no tiene que ver con el estatus social, modas o esnobismos, sino que es la expresión externa del cariño y el respeto profundo que los cristianos estamos llamados a tener ante todos, en la medida en que rezar el padrenuestro nos hermana, y que nuestro modelo de conducta es Jesús.

Quizás el punto sea pasar menos horas empapándonos de las formas que nos ofrece TeleQuince, y dedicar un ratillo cada día a dejar en la oración que nos calen las formas de Jesús en su Evangelio. Cuidemos entonces los buenos modales. Cuidemos los cristianos modales, por favor.

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