El vídeo que te proponemos tiene apenas un año. Pero sus datos ya han quedado anticuados después del último informe de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Vamos a peor, y más rápido de lo que parece.
Pero eso te da igual. Estás tan acostumbrado a escuchar que estamos cargándonos el planeta, que la contaminación crece, los polos se derriten, el hambre y la desigualdad avanzan… que ya forma parte de esa música de fondo que te acompaña y a la que intentas no hacer mucho caso, sobre todo para no deprimirte.
Es lo normal. Hay un límite de malas noticias que podemos soportar y por más tremendistas o oscuros que sean los mensajes que recibimos eso no nos hace más sensibles o nos pone más en alerta. Más bien al contrario. Los profesores saben bien que si amenazan con un castigo este tiene que cumplirse de forma inmediata o no tendrá efecto. Algo así nos pasa con las noticias sobre el cambio climático. Por más que sea verdad que la Tierra se está convirtiendo en un lugar más hostil para la vida, los cambios son demasiado lentos como para que podamos advertirlos aquí en nuestro primer mundo. Más o menos todo sigue igual. El tiempo parece un poco más loco y la prensa lanza mensajes cada vez más oscuros, pero tampoco es para tanto, pensamos.
Tenemos los sentidos embotados. Y por eso seguimos yendo a peor. Porque en realidad, en el fondo, ni sabemos qué está pasando. Cerramos ojos y oídos a las advertencias, no conscientemente pero sí de modo efectivo. Y entre tanto, no hacemos nada.
El Papa en su mensaje para esta Cuaresma nos invitaba a tener la esperanza de que los desiertos de nuestra vida acabarán convertidos en jardines. Y creo que por esta intuición puede venirnos en parte la solución para abrir los ojos. Ya sabemos que va todo mal. Pero centrémonos en aquello bueno que ya podemos hacer. En todo lo que está en nuestra mano para revertir una situación que empeora cada año.
Siempre estaremos a tiempo de revertir el desastre o detenerlo. Lo peor que podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados, rendidos antes de empezar la lucha.