No sé si alguna vez os ha pasado que alguien de vuestro alrededor –o vosotros mismos– habéis tenido alguna percepción o una sensación sobre vosotros, sobre algo o sobre alguien, que se acaba convirtiendo en una creencia o pensamiento limitante que no permite atisbar ningún tipo de posibilidad, de cambio, de mejora. Son demasiadas las veces que creemos que las cosas no pueden cambiar, que no hay nada que hacer, que no me siento capaz ni con ganas, y poco a poco la apatía nos va ganando la partida.
¡Cuidado con nuestras creencias y pensamientos limitantes!
Esta frase del Evangelio: LEVÁNTATE, COGE TU CAMILLA Y VETE me ha servido muchas veces a salir de ese bucle limitante. Creo que esta afirmación de Jesús es sin duda una invitación a sentirnos hijos e hijas de Dios amados hasta el extremo por Él, llenos de dignidad e invitados a superar la superficialidad de las cosas, a salir de la trampa del pensamiento egocéntrico y mundano, a conocer nuestras debilidades y fortalezas, nuestras ansias y miedos, nuestras certezas y dudas, y aceptando lo que somos, tomar las riendas de nuestra vida para vivir en coherencia con lo que nos sentimos llamados, liberándonos de creencias y pensamiento limitantes.
Se trata de no dar a nadie ni a nada por perdido.