Hay noticias que, cuando se escuchan constantemente, no generan ya mucho efecto sobre las personas. En cuanto se habla una semana sobre Siria las personas llevan a un segundo plano estas noticias. Si hay novedades sobre África, se agotan con un par de titulares. Y así sobre muchos temas, que según lo que sea más cómodo para nosotros, aguantarán más o menos.

Si se habla sobre culpas ajenas, puede que las noticias tarden más en caducar, es lo que tiene el morbo más que la información. La corrupción es uno de esos temas que se alarga más. Cansa y enfada porque se llevan nuestro dinero. Se escuchan muchos insultos y desprecios a todos los manchados por la corrupción. El otro es el corrupto, yo nunca.

Quizá puede surgir una pregunta para que cada uno se la lleve a su casa. ¿A mi nivel, soy tan impoluto como exijo en los juicios que hago cada vez que surge que alguien es corrupto? La honradez no es solo para quien tiene un puesto en política, para un directivo o un empresario. La honradez es también para ti y para mi. Allá donde estemos y siempre. No se puede exigir sin dar.

A cada nivel uno tiene que valorarse. Hay opciones para poner a prueba la honradez de cada uno. Y en este punto no importa lo grande que sea la acción que se realice, eso ya se juzgará si interesa por la noticia cuando salga en los periódicos. Lo único que vale eres tú y tu honradez. En el momento que uno se aprovecha de la confianza depositada en él para su beneficio, debería de editar para sí mismo la portada de un periódico de tirada nacional, o un minuto de un telediario y juzgar cual habría sido su reacción si ahí pusiese el nombre de otra persona.

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