El amor no es libre.

El amor te hace libre cuando viene de Dios. Porque el amor es un mandato, en imperativo, para que amemos a todos, «a buenos y malos, a justos e injustos».

Pero a veces puede haber alguien que te hace crecer, alguien cuyo amor te hace ser más tú, como que de alguna manera te expande. Y si es correspondido, te compromete, porque os hace más libres, más fuertes, más valientes para vivir más plenamente.

Entonces decides que toda tu vida pase por la otra persona. Por ella, para ella, con ella. Y es ahí, en esa entrega comprometida, cuando te sientes más libre para vivir amando, y amar liberando.

Porque uno no elige de quién se enamora, pero en cambio sí elige cómo gastar y arriesgar su propia vida.

 

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