Inmersos ya en el otoño hemos aprovechado este fin de semana en casa para cambiar la ropa de los armarios. Es el momento de revisar qué ropa sirve y cuál no, y la que necesitamos comprar.
Realizando esta rutina, me parece que esto del cambio de ropa de temporada es un ejercicio que puede servir también para revisar qué cosas de nuestras vidas debemos mantener porque nos siguen ayudando a generar vida, cuáles tenemos que soltar porque nos restan y cuáles tenemos que añadir, recordando que –desde la fe– todas las cosas son medios al servicio del fin que es llevar una vida buscando a Dios y su proyecto.
La clave de este ejercicio es utilizar un buen criterio, y en este sentido, no tenemos otra referencia que el Evangelio. Debemos de mantener en nuestras vidas todas las cosas, actividades, personas, que nos ayuden a crecer, a darnos, a luchar por los más necesitados y a generar vida. De la misma manera debemos prescindir de todo lo que va en la línea contraria y añadir las que sean necesarias para seguir creciendo en esta apuesta por el prójimo.
Por ello, ahora que estamos cambiando la ropa de temporada, es un buen momento para revisar qué podemos mantener, quitar o añadir de nuestro presente. para esta estación y para nuestra vida.