Me llamo Jesús Barroso y trabajo como profesor de religión en Bachillerato en un colegio de la Compañía de Jesús. Tengo 29 años y me considero una persona muy afortunada porque puedo vivir con pasión, sentido e intensidad, cada día de mi vida. Sin embargo, si me hubieseis conocido hace 10 años era una persona ‘bastante’ distinta a la que soy ahora. Me parece increíble descubrir como si hubiera tomado otros caminos que se me han ido abriendo a lo largo de estos años, seguro que sería ‘otra persona’ muy distinta a la que soy actualmente. He tenido la suerte y valentía de dejarme acompañar en este tiempo, apostando así por ciertas opciones personales que me han ayudado a dar sentido a mi día a día. Por todo ello, si tuviera que dar algunos consejos a mí ‘yo’ de hace diez años me hubiese dicho:

Barroso, se más humilde y ‘sencillo’: me he educado en un contexto en el que se enfatizaba siempre el valor de ‘la excelencia’. Esto me ha configurado mucho por dentro, y conforme ha pasado el tiempo he descubierto que la falta de humildad me ha alejado de personas y cosas buenas tanto para mí como para los demás. En estos últimos diez años he aprendido que estoy invitado a vivir una vida sencilla y humilde, y que no puedo ‘exigirme’ arreglar el mundo haciendo grandes cosas. He descubierto en estos diez años que precisamente mi fe me invita a otra cosa, «el que quiera ser primero, que se haga servidor de todos».

Barroso, apuesta por lo que de verdad sientes que va a dar sentido a tu vida: hace diez años empecé orientando mis estudios y mi vida a los valores “de este mundo”, a lo que socialmente es valorado y aceptado. Poco a poco he podido ir descubriendo que solo vivimos una vez y que la invitación es tratar de vivir con intensidad cada día. Me siento muy afortunado por haberme atrevido a apostar por aquellas cosas que me hacen “vibrar” por dentro: Dios, familia, amigos, la teología, etc. Estoy seguro que si hubiese tenido ‘esta apuesta’ más presente hubiese evitado muchos quebraderos de cabeza y complicaciones personales. A mi yo de hace diez años le diría que es posible vivir una vida en el que lo extraordinario sea el día a día, la cotidianidad y no solamente el fin de semana. Me diría, se valiente para apostar por lo que descubres como “verdadero” y atrévete a intentar llevarlo al día a día.

Barroso, ‘libérate’ de la importancia de la imagen y de la opinión de los demás: personalmente y durante mucho tiempo ha sido un freno importante la opinión de los demás, lo que pensasen de mí. Muchas veces no sólo queremos hacer las cosas bien, sino también que los demás se den cuenta de ello. Esto me ha limitado mucho como persona. Ahora me siento más ‘liberado’, aunque ha sido una pelea muy fuerte a lo largo de estos últimos diez años. Quizás si lo hubiese tenido presente desde el principio hubiese sido todo mucho más fácil. Esto creo que me ha ayudado a ‘prepararme’ para amar en mi vida en todo momento y no solamente en función de las circunstancias, si son o no favorables.

Barroso, atrévete a buscar el plan de Dios para ti y déjate sorprender: siempre he tenido una fe más o menos consolidada, he crecido en un contexto bastante religioso que me ha ayudado a ello. Sin embargo, puedo afirmar que durante gran parte de mi vida he vivido un cristianismo ‘acomodado’. Pensando que ser cristiano es una dimensión ‘más’ de la vida, y creyendo que lo único que Dios quería para mí es que fuese feliz. Sin embargo, si pudiese retroceder diez años me daría un consejo: atrévete a buscar que es aquello con lo que Dios te sueña. Atrévete tú también a buscarlo, porque una vida vivida en clave vocacional desde lo que Dios quiere para ti, es una vida mejor, con mayor plenitud y sentido. Me diría: nunca olvides que es importante dejarse sorprender por Dios y por la vida, que uno no lo puede tener todo planeado y controlado siempre.

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