Hace unos días participé en unas jornadas sobre humanizar la salud. Se habló de todo, sobre todo de experiencias, tanto de médicos como enfermeros y pacientes de UCI, en definitiva una pasada, pocas charlas de las que hubo te dejaban indiferente, sin emocionarte de forma desmedida .

Una de las cosas que escuché es que se están creando grupos de trabajo para empezar a trabajar en el bienestar espiritual en los pacientes UCI, un colectivo que en buena medida está compuesto de enfermos terminales.

Según escuchaba esto, hablaba con un médico que trabaja en paliativos, y comentábamos lo llamativo que era que, ahora que se está echando a los curas de los hospitales, se esté hablando del bienestar espiritual… Él reconocía que muchos de sus pacientes, alcanzan ese bienestar cuando tienen alguien que les acompaña en esos momentos finales, como puede hacer un cura, y que quizás en aras de la libertad religiosa, se está privando de esta compañía a los enfermos.

Incluso me llama la atención que aquí el mindfulness, yoga y meditación son herramientas del día a día que se utilizan en las UCI y paliativos para salir adelante, y sin embargo no se menciona lo que se puede alcanzar con ciertas bases asentadas en la religion.

Esta es la paradoja contemporánea: Excluir lo religioso, y después llenar el vacío con lo espiritual, buscando una propuesta más aséptica, más tolerable, más fácil. Cuando lo verdaderamente tolerante sería facilitar a cada persona lo que más pueda ayudarla, tal y como es y como cree (o no).

Ahí lo dejo, para pensar un poco.

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