Durante el inicio de curso es curioso cómo nos bombardean en la televisión con anuncios sobre coleccionables de todo tipo –mecheros, películas de Cantinflas, libros sobre guerras, etc–. Hay colecciones de muchos tipos y para todos los gustos. El mensaje que nos venden es que siempre hay uno esperándote para que le dediques tus sueños y tu tiempo.

No tan anunciados como estos productos, hay también personas, ONGs, asociaciones, parroquias –y otras muchas entidades y particulares–intentando ofrecer lo que tienen: construir un mundo más justo, más sostenible, más humano; hacer más fácil y mejor la vida a los demás. Y es que, a medida que te acercas a este mundo del voluntariado, sientes la necesidad de seguir ofreciendo lo poco que tienes de manera desinteresada. Lo que haces –que para ti puede ser muy sencillo–, puede que para otros no tenga precio. Te puedes sentir realizado ofreciendo tu vida a otros durante un rato a la semana. Te puedes sentir conmovido por historias que, aunque parezcan lejanas, las haces tuyas y te remueven por dentro. Ofrecer la mano a los que por algún motivo no han tenido la suerte, o los cromosomas, o la familia, o la educación que hemos podido tener otros, ayuda a crecer. Nos ayuda a ver que no estamos solos. Nos ayuda a ser sencillos, a mirar a los demás por igual; a luchar por los sueños compartidos; a ser pacientes y comprensivos; a no tirar la toalla a la primera de cambio y a ser generosos con lo que podamos dar. Tal vez los voluntarios no salgan en la televisión, ni se les diferencie por la calle. Cada uno tiene sus gustos y manías. Quizá lo único por lo que se les pueda identificar es, en definitiva, por la alegría profunda que provoca el saber que lo realizado es por y para otros.

No hace falta irse muy lejos para acercarse a este mundo. En tu día a día hay muchas posibilidades de gastar un poco de tu tiempo para que muchos otros lo ganen: clases a niños, cooperar en el Sur, pasar el fin de semana con jóvenes, una partida de cartas con abuelillos, ayudar en comedores sociales, una pachanga de fútbol con personas con discapacidad, acariciar a enfermos, enseñar español a inmigrantes, acercarse a esa persona que duerme en la calle, preocuparse por el medio ambiente, acompañar a personas privadas de libertad, acoger y adoptar a niños… y otras muchas otras ideas que a ti se te ocurran. Porque, como ves, en el mundo del voluntariado siempre habrá Uno esperándote, para que le dediques tus Sueños y tu Tiempo.

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