Acompañando durante dos años a un grupo de jóvenes que se confirman, después de un proceso de querer buscar y conocer a Dios, de dejarle que tenga una palabra de ánimo, de misión en vuestras vidas, uno no puede más que agradecer todo lo aprendido a vuestro lado.
Gracias por mostrar que la amistad es una experiencia fundamental en vuestras vidas, sabéis cuidar a vuestros amigos y al hacerlo mostráis la importancia del amor en vuestras vidas. Disfrutando en los detalles ordinarios con ellos, sabiendo que esa amistad nace, crece y se fortalece solo si se alimenta con detalles, tiempos, sonrisas y lágrimas compartidas. Gracias por mostrar que en vuestra experiencia de amistad también incluís vuestra relación con Dios, y que sabéis que siempre que necesitáis consuelo, compartir las alegrías y las penas… podéis y acudís a Él. Y ya sabéis que siempre estará ahí para vosotros, porque os ha donado su Espíritu.
Gracias porque nos recordáis que las cosas importantes en la vida necesitan un tiempo de preparación. No todo se hace corriendo en la vida, «llegar, ver y vencer» que decía el emperador Julio César, sino que las cosas que queremos que de verdad marquen nuestra vida necesitan que nos paremos a entenderlas, a saborearlas… y durante dos años lo habéis hecho. Ojalá sigáis teniendo espacios en vuestra vida donde al decidir, al crear proyectos, al soñar vuestro futuro… tengáis tiempos tranquilos para escuchar la voluntad de Dios.
Gracias porque sabéis celebrar las cosas: los cumpleaños, el fin de exámenes, el viernes… sabéis que no podemos vivir solos, sino que necesitamos de otros, y los necesitamos para que nos apoyen, pero sobre todo para celebrar la vida, divertirse, compartir lo que hacemos… Nos recordáis que la Iglesia es también una comunidad que quiere celebrar su fe, desde la alegría del Señor. Que alegría y tranquilidad saber que el testigo del anuncio de la fe a los que creen y a los que no creen está en vuestras manos jóvenes, ilusionadas, creativas…
Gracias porque habéis descubierto que el rostro más humano y cercano de Dios está en las personas que viven con alguna necesidad física o psíquica. Y habéis dejado que Dios entre en vuestras vidas a través del servicio a los demás, de aprender a acompañar, escuchar, jugar a las cartas con ellos y les habéis hecho sentirse personas importantes ante otros y ante Dios.
Y gracias a Dios porque sigue estando cerca de vosotros cada día, y aunque a veces nos distraemos, despistamos… el siempre permanece a nuestro lado, porque el «don del Espíritu que has recibido» siempre estará cerca, y el camino que habéis hecho con él siempre formará parte de vuestra historia de vida.