Peregrinar es ponerse en camino, “un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”, dice el Papa Francisco. Es saberse acompañado en cada paso por el Dios que también caminó junto al pueblo de Israel y les condujo hacia la tierra prometida. Francisco también quiso recuperar algo clave en la fe: la esperanza, palabra con la que el apóstol San Pablo animaba incansablemente en sus cartas a las comunidades cristianas que se encontraban en diversas dificultades y tribulaciones. Esta esperanza que no defrauda (Rm 5,5) se convierte también hoy en Palabra viva para nosotros.
Esta semana miles de personas de diferentes países y culturas de todo el mundo educativo hemos peregrinado a casa, a la ciudad de Roma, con un horizonte común. Convocados por el Señor, venimos con el deseo y la esperanza de que la educación sea el motor que encienda el corazón de nuestro alumnado y les ayudemos a convertirse en mujeres y hombres para los demás. Peregrinamos para recordar que estamos llamados a ser co-creadores de fraternidad, paz, justicia, libertad y amor en las diversas realidades en las que nos toca estar como educadores.
Nos encontraremos en la Plaza de San Pedro para celebrar todos juntos la Eucaristía con el Papa León XIV. Durante este fin de semana, también se nos invita a participar de otros signos, como cruzar la Puerta Santa o asistir a varias actividades e iniciativas en torno a los tres lenguajes de la educación: el lenguaje de la mente, el de las manos y el del corazón. Hay una clara invitación a poner todo lo que somos y se nos ha dado al servicio del Reino, siendo verdaderamente libres para servir donde hagamos más falta.
Esperamos que esta peregrinación nos ilumine, nos anime y nos inspire para poder llevar la Buena Noticia del Evangelio en nuestra misión educativa. Porque… ¡La educación es realmente un acto de Esperanza!



