Tu gloria late en cada vida que existe,
En los corazones que se entregan a fondo,
En las conciencias que se preguntan
Y en las manos que saben acariciar.
Tu gloria sonríe en el niño feliz,
en el poeta que te canta en el viento,
En la ternura de unos buenos padres,
Y en la victoria del bien sobre el mal.
Tu gloria resurge cuando el perdido al fin se encuentra
el enfermo se siente en tus manos,
el preso que recupera su dignidad,
Y el marginado ya tiene con quién conversar.
Tu gloria brilla en los jóvenes que sueñan,
En las personas que te rezan,
En la misericordia del abrazo que perdona
Y en la plenitud del que dice sí y encuentra su lugar.
Tu gloria se camufla en la gente que te necesita,
Cuando creen que han perdido toda esperanza,
Y Tu cargas con ellos sus cruces
Sosteniéndolos, incluso sin preguntar.
Tu gloria vive en cada pueblo y en cada familia
Que sabe mirar al cielo,
Cuando todos se sienten hermanos
Y te saben alabar y celebrar.
Tu gloria vibra en la Iglesia que convoca a todos,
Que huele a incienso, a biblioteca y a oveja,
A tradición, a justicia y a servicio,
Y vive el Evangelio con suma radicalidad.
Tu gloria habita en la belleza de nuestro mundo,
En la vida que gana a la muerte,
En tu verdad y en tu amor proclamados,
Y en la comunión de toda la humanidad.



