Durante el funeral del Papa, fueron muchos los detalles que quedarán para la eternidad. Uno de ellos, sin ninguna duda, fue la conversación entre Donald Trump y Volodímir Zelenski hablando en el Vaticano. No había cámaras oficiales enfocando, ni discursos preparados ni banderas. Únicamente dos líderes mundiales conversando de tú a tú.
Parece una metáfora, visto ahora, después del primer encuentro que tuvieron en la Casa Blanca. Pero hay algo trascendental en todo ello. Durante su pontificado, el Papa repitió una y otra vez la importancia de salir al a las periferias, allí donde se piensa distinto, donde no encajamos y donde no todo es fácil. Siempre insistía en mirar más allá de nosotros mismos, en tender la mano y en construir puentes donde otros levantan muros. Porque quien levanta muros, acaba siendo prisionero de ellos.
Tal vez Trump y Zelenski solo intercambiaron algunas frases protocolarias. Pero el gesto, en ese lugar y en ese momento, tiene algo más. Quizá no cambie nada. O quizá, ese encuentro haya sido un eco de lo que el Papa pedía constantemente: que nos escuchemos, que salgamos de nuestras trincheras, que vayamos a las periferias del otro, aunque cueste.
A veces, la paz empieza así: con una conversación breve, en el lugar menos esperado, donde uno se anima a mirar al otro simplemente como persona.