Más de lo mismo
«Que no se te endurezca el corazón». Hace años un buen amigo me dijo esta frase cuando comentábamos lo complejo que puede resultar trabajar con situaciones donde las injusticias y desigualdades nunca dejan de aumentar. En estos casos, corremos el riesgo de vendarnos los ojos, anestesiar el corazón, seguir con nuestras vidas y con nuestros trabajos con una actitud cercana a la indiferencia. Diría que es una reacción totalmente humana.
La semana pasada, la Comisión Europea publicaba un nuevo Pacto sobre Migración y Asilo. Definiéndolo como un «nuevo comienzo», ha intentado sentar unas pautas de actuación para los próximos años que pongan remedio a las evidentes deficiencias de nuestro sistema migratorio, agravadas desde el año 2015. El ejemplo ha sido claro este mes: el sistema ha estallado por los aires, al igual que lo ha hecho el campo de refugiados de Moria, en Grecia. Las soluciones propuestas siguen la misma pauta de siempre: fronteras más cerradas, más expulsiones, menos vías legales y seguras de acceso, menos protección. En definitiva: dar la espalda a todas esas personas cuyo sufrimiento nos interpela tanto. No es un nuevo comienzo: es más de lo mismo.
Ante este panorama, puede aparecer cierta desesperación y desesperanza. Caer en el desánimo, pensar que nada va a cambiar, que todo trabajo es en vano y que no queda otra que seguir a lo nuestro. Esta sería la opción fácil. Pero el reto está precisamente en seguir, sacar fuerzas y, siguiendo el ejemplo de todos aquellos que jamás se rinden aunque les cerremos la puerta, tratar de poner un poco de corazón y calidez cuando nos encontremos ante la frialdad y sinsentido de ciertas actuaciones. Dejar resonar en nosotros la melodía «arranca de mi pecho el corazón de piedra...».