Normalmente asumimos el verano como un tiempo de vacaciones y en muchos casos esa relajación también es una relajación espiritual. Pero no podemos pensar que se trata de un tiempo en el que las iglesias cierren por descanso.

En este tiempo la Iglesia sigue abierta, fíjense bien abierta en vacaciones. Abiertas las iglesias para su visita religiosa (turismo religioso) pero también las iglesias de nuestras segundas residencias, sitio de ocio o de vacaciones, así que no hay excusa para no acudir a ella.

También están abiertos los campamentos ligados a nuestras Diócesis o parroquias. Tenemos viajes y peregrinaciones programadas en parroquias, diócesis, comunidades y colegios religiosos etc. Santiago, Fátima, Lourdes, Roma, Tierra Santa, Los Viajes de san Pablo, san Pedro… son algunos claros ejemplos a los que se suman peregrinaciones más cercanas y locales.

La Iglesia en este tiempo sigue abierta, más que nunca con apertura de templos para el turismo que podemos y debemos aprovechar para no solo ver piedras, tallas o pinturas más o menos bonitas sino para unirnos y transmitir aquel espíritu que las hizo nacer y las alimenta.

¿Y por qué no crecer en la fe durante el verano con retiros, cursos, lecturas, películas y otras actividades? O a veces, se trata simplemente de abrir el Evangelio y meditar algunas de las lecturas de estos días, no en vano estamos en el tiempo ordinario, un momento que se presta para considerar cuando bajamos el ritmo de nuestra actividad habitual. También el deporte, los paseos por la naturaleza, las excursiones, pueden ser un lugar de encuentro con Dios.

Pero no podemos caer en la trampa de creernos únicamente «usuarios» de la Iglesia. También como miembros de ella que somos debemos intentar mantenerla más y más abierta por vacaciones: campamentos sin complejos por ser cristianos, lugares donde orar y trabajar que ofrezcan esa «desconexión» que muchos buscan fuera, pero que en realidad es una conexión que existe dentro. Colaborar o animar para que los oficios religiosos puedan ser seguidos por turistas y visitantes que hablan otros idiomas. Animar e implicar a los jóvenes en la preparación y vivencia de las fiestas patronales. Explorar nuevas propuestas tecnológicas para que otros puedan acercarse a la Iglesia y descubrir que no está «cerrada por vacaciones».

En fin, hay muchas opciones y posibilidades para acercarse a esa Iglesia que sigue abierta o para contribuir a que no dé la sensación de que ha cerrado. La cosa es ¿cuál es la tuya?

 

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