A veces las imágenes de la Sagrada Familia nos hacen entenderla de una manera fría, solemne y distante. Sin embargo, no debemos olvidar que Jesús tuvo una familia y en ella vivió muchas de las cosas que nosotros hemos vivido en las nuestras.
Jesús necesitó que José y María le arrullaran para dormirse y le cambiaran los pañales. Creció en un hogar marcado por la pobreza y por el amor. Vio cómo José se desvivía entre mil trabajos para poder traer algo de dinero a casa y padeció la estrechez económica de no poder llegar a fin de mes. Ayudó a su madre, María, a amasar el pan, a lavar la ropa y a limpiar la casa, aprendiendo de ella el amor por la sencillez y el trabajo callado y escondido. Recibió el amor que sobre él derramaron José y María y vio cómo ellos se amaban el uno al otro, valorándose y perdonándose mutuamente. Seguramente también pasó temporadas con sus abuelos, a quienes se les caería la baba con su nieto, le querrían con locura e incluso le malcriarían.
Junto a sus padres, asistió a las fiestas de su pueblo y de su familia. Conocemos solo las bodas de Caná, pero ese ejemplo basta para saber que quería a sus familiares y se desplazaba hasta donde ellos residían para celebrar con ellos las alegrías de la vida. Jesús celebraría con ellos bodas, nacimientos, cumpleaños y fiestas, y quizá muchas de ellas le inspiraron para explicar que el Reino de Dios se asemeja a una gran fiesta llena de invitados.
Jesús también compartiría las penas y tristezas de la vida en familia. Las penurias económicas de los suyos, las enfermedades de los parientes cercanos, la muerte de sus familiares (sentiría especialmente el dolor de la pérdida de José). Jesús velaría en familia a los difuntos, abrazaría a las viudas, viudos y huérfanos y lloraría con ellos, ayudaría a enterrar a los muertos y rogaría a Dios por ellos.
Sí, en definitiva Jesús tuvo una familia y, apasionado y profundo como era, viviría plenamente en ella el amor que nosotros experimentamos en las nuestras. Precisamente por ello, porque su presencia hizo que todo fuera pleno en el amor, los creyentes encontramos en la Sagrada Familia de Nazaret el modelo y el ideal de todas las familias cristianas.