El pasado diciembre dos niños felicitaban la navidad en la calle. Mientras buscaba dinero en los bolsillos, un joven les dijo que no podía darles nada.  Ellos respondieron sonriendo que no pedían dinero, que sólo querían felicitar a la gente. Se quedó un poco perplejo, mirando a su alrededor cómo si hubiera una cámara oculta o buscando una explicación mejor. Esto de dar porque sí, no es lógico.

 Últimamente me da la sensación de que mi vida está altamente condicionada. Y no hablo de lo que me influye la sociedad o la publicidad en lo que pienso y hago, sino a algo más concreto: las condiciones. A lo que tiene que ver con los requisitos, con la letra pequeña…Haga lo que haga, apuntarme a un curso, hacer un viaje, o cambiar de casa… parece que todo lleva una “lógica de contrato comercial” que no acabo, ni quiero, entender. Todo es un “dar a cambio de” y por supuesto “con la condición de que…”. Si decides cambiar de trabajo ya será por un aumento considerable de sueldo porque es la única razón “lógica”.Lo de ampliar conocimientos, desarrollar habilidades, renovarse en la profesión, ni es lógico ni se lleva. Y no es que imagine un mundo sin comercio, ni contratos pero si me asusta el que cada vez más cosas se puedan comprar y vender. Por esto me gustaría que la vida la hiciéramos con menos condiciones, letras pequeñas, y ataduras. Que haya cosas que se puedan hacer porque sí, porque para uno mismo tengan razón y sentido, porque se sientan, sin querer ni esperar nada a cambio. Que se pueda arriesgar, apostar por construir para todos en vez de apostar para que crezcan mis posibilidades.

 Las condiciones también presentes en el mundo de las relaciones. “Hoy por ti, pero… mañana por mí”, “Hace que no me llamas…”, “Ni siquiera me mandas un e-mail”… “ese café pendiente desde hace semanas…” o ”Si dieras señales de vida…”. Ya sólo me falta hacer una lista de sms, e-mails, cartas, postales y llamadas que debo hacer este año para cumplir lascondiciones del contrato de amistad que… ¿debí firmar algún día? Me niego. Pero gracias a Dios tengo a mi lado personas incondicionales, de esas que dan y se dan porque sí, que no llevan la cuenta de las veces que les he dicho que no. Personas que en su modo de compartir llevan implícito un “sin límite”, que tienen siempre tiempo para escuchar, que cuando les dices que necesitas algo ya están maquinando algo para ayudarte. Que dan y que están, sin esperar. Y espero poderme contagiar de ellos, en esto sí, sin condiciones.

Te puede interesar