Exposición del Santísimo y canto
Oración del Papa para el Jubileo: Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén
Canto
Del evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21:
Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
En este mes inicial del Jubileo de 2025 la liturgia nos ofrece este Evangelio en el que Jesús proclama precisamente la llegada del año de gracia del Señor en medio de su pueblo. Así es nuestro Dios y así actúa. Llega de improviso y sin avisar a nuestra vida, se coloca en medio de nosotros y, explicándonos las Escrituras, nos anuncia que su mayor deseo es el de regalarnos su gracia. También hoy, en medio de nuestras circunstancias particulares, del ruido, las complicaciones y las injusticias de nuestro mundo, de su belleza y sus oportunidades, el Señor irrumpe para explicarnos las Escrituras y anunciarnos su deseo de inundarnos con su gracia. Merece la pena detenerse a considerar precisamente esto: Él está aquí en medio de nosotros, se ha hecho presente en nuestra comunidad reunida para orar, nos explica el sentido profundo que su Palabra tiene en nuestra vida concreta, iluminando así nuestro caminar, y desea darnos su gracia para que podamos cumplir su voluntad y vivir en su plenitud.
Canto
Pero no basta con saber que el Señor está aquí invitándonos a recibir su gracia. Es necesario que nos abramos para acogerla y dejar que germine en nuestra vida. Requiere de nuestra fe, para creer que de verdad hoy puede cumplirse todo aquello de lo que Él nos habla, que no es otra cosa que lo que desea y anhela más profundamente nuestro corazón. Necesita que le hagamos un hueco en nuestra vida y le invitemos a dejar transformar toda nuestra existencia por su modo de ser y de hacer. A convertirnos en esa Iglesia en salida que evangeliza a los pobres, proclama a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, pone en libertad a los oprimidos y anuncia este año de gracia a todos, incluso a aquellos que no parecen estar dispuestos a escucharlo. A asumir con Él y como Él las incomprensiones que nacen del hecho de que los caminos del Señor no son siempre los caminos de los hombres (ni los nuestros propios). Pero a confiar en que, con su ayuda, con su amor y con su gracia, todo aquello que puede parecer una utopía de la fe y la Escritura puede cumplirse y hacerse realidad también hoy.
Canto, bendición reserva y canto a María