Exposición del Santísimo y canto
Señor de nuestra vida, Jesús. Amigo, cercano. Puntal de toda existencia. Cimiento sólido de quien a ti se acerca. Luz que ilumina y disipa los miedos. De nuevo estamos ante ti para ofrecerte nuestra vida pobre y sencilla, con la confianza de que tú puedes hacerla más fuerte de lo que nosotros mismos podemos imaginar. Para escuchar esa palabra que quieres pronunciar sobre nosotros. Una palabra a la que no siempre queremos atender, porque a veces nos da miedo, nos supera o desagrada. Pero, en el fondo una palabra que deseamos desde lo más profundo de nuestro ser. Abre nuestros oídos Señor y enséñanos a escuchar. Que tu Espíritu Santo pueda orar hoy en nosotros. Y que seamos dóciles a tus inspiraciones y a tu acción en nuestro interior. Jesús, amigo, Señor, confiamos en ti.
Del Evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día la hora, nadie lo conoce ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.
Señor, cuando va acercándose el final del año litúrgico, el Evangelio de los domingos va tomando un tono apocalíptico que nos cuesta entender y que a veces nos da miedo. Hoy tu palabra nos habla de tinieblas e inestabilidad, y, lo cierto es que nos asusta pensar en todo ello. Sin embargo, nuestro mundo está lleno de zonas en las que falta la luz y en otras que son inestables. Y, aunque seamos tus seguidores, también nuestra vida se mueve muchas veces en la oscuridad y en la inestabilidad que derivan de estar lejos de ti. Hay veces en las que no queremos que estés demasiado cerca de lo que hacemos, porque nos movemos en una ambigüedad o en un modo de vida que no es el que tú nos marcas en tu Evangelio. Por eso, no queremos que vengas con tu luz que pone al descubierto la actitud de nuestro corazón, sino que preferimos la oscuridad que nos justifica o engaña. Pese a que digamos que tú eres nuestra roca, nuestro cimiento y nuestro principio y fundamento, lo cierto es que hay muchas ocasiones en las que nuestra vida prefiere asentarse en la base poco sólida de los valores efímeros, materialistas e inestables de nuestra sociedad. Por eso Señor, en este rato de oración, te pedimos que nos ayudes a poner luz y estabilidad en nuestra vida.
Canto
Tú nos aseguras Jesús que, aunque el cielo y la tierra pasarán, tus palabras no pasarán. Nos ofreces precisamente en tu Evangelio una base sólida sobre la que afianzar nuestra vida para que no andemos en tinieblas ni en un terreno inestable. Te damos gracias Señor porque, lejos de dejarnos solos y a nuestra suerte, te has preocupado de nosotros, dándonos las claves para vivir seguros en ti. Por eso, te pedimos que nos ayudes a afianzar cada día más nuestra vida en la tuya. A confiar más en ti que en nosotros mismos. A morir poco a poco a nosotros para poder vivir en ti. Así, no tendremos miedo a que se apague el sol, caigan las estrellas o los astros se tambaleen. Que es otro modo de decir que, teniéndote a ti como el centro de nuestra vida, no hay nada ni nadie que pueda hacernos dudar del sentido de nuestra existencia, ni de nuestra capacidad de levantarnos del suelo y reponernos para seguir caminando hacia ti, que eres nuestro horizonte. Éste es sin duda el mayor regalo que podemos recibir en la vida. Algo demasiado grande como para quedárnoslo para nosotros mismos. Por eso, te pedimos Señor, que nos ayudes a compartirlo con los demás. Que nuestra vida pueda ser cada vez más una invitación a vivir en la luz y sobre bases sólidas a todos aquellos que no te conocen, o piensan que no te necesitan. Ayúdanos, Señor a ser testimonio de esa estabilidad que disipa los miedos y hace vivir confiadamente en ti.
Canto, bendición reserva y canto a María