Los nombres de ayer

«Hijo mío, que no te abandonen el amor y la lealtad; átalas a tu cuello, grábalas en la tablilla de tu corazón; así obtendrás estima y aceptación ante Dios y ante los hombres» (Prov 3, 3)

Hoy soy la persona que soy por tantas personas como han marcado mi historia, desde que era pequeño. Mis seres más queridos, mis amigos de la infancia y los que vinieron después. Hoy soy quien soy por los conflictos que he vivido, cuando los supe solucionar y también cuando me dejaron heridas. Y por los tiempos de alegría y confianza, esa que me hizo fuerte por momentos. Por las lecciones que he ido aprendiendo, por los retos que ya he afrontado y aquellos con quienes los compartí... Por todos esos nombres le doy gracias a Dios.

Piensa en los nombres importantes de tu pasado, los que recuerdas con frecuencia y aquellos otros en que raramente te detienes ahora... y dedícales un breve momento, en la distancia. Pide a Dios por ellos, que allá donde estén sus vidas sean bendecidas.

Plaza sola

 

Qué sosiego volver,
hablarte,
abrazarte con mis miradas,
besarte la boca de tiempo
dónde el polvo seca la lágrima,
qué descanso poner mi oído
sobre tu madera encantada,
apurar las gotas de música
de la caja de tu guitarra,
recordar, preguntar,
soñar ahora que nada importa nada.

 

(José Hierro)

PastoralSJ
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