Bailar con la soledad
Sinopsis
Nuestra realidad nos enseña cómo sobrevivir en nuestro mundo: aprendemos a leer y a escribir, a hablar idiomas y a movernos por un entorno globalizado y a especializamos en alguna o en varias disciplinas. Si tenemos alguna inquietud más nos acercamos a la cultura, pero también buscamos respuestas trascendentales y algunos incluso nos embarcamos en la búsqueda de Dios. Pero en este mundo hiperconectado no hay muchas respuestas sobre cómo convivir con la soledad.
¿Por qué leer "Bailar con la soledad"?
Una pasajera aparentemente no deseada con la que no sabemos muy bien cómo manejarnos. Un aspecto de nuestra vida, de todas las vidas, aunque no siempre lo reconozcamos, que puede ser un problema en algunos casos, pero también un rasgo propio y una oportunidad de encuentro con Dios.
Con un estilo propio, claro, rápido y comodísimo para leer, Olaizola es capaz de poner nombre a muchas vivencias cotidianas. Sentimientos, emociones, inquietudes, sueños y preocupaciones que además de acompañarnos en nuestro día a día, nos recuerdan que estamos vivos. A través de imágenes, anécdotas y reflexiones es capaz de hacer de sus páginas un texto accesible a todo el mundo, sin perder por ello un ápice de hondura.
Desde su salida hace unas pocas semanas lleva ya varias ediciones. No solo porque la soledad es una parte de nuestra vida que requiere respuestas que nuestra cultura no ofrece, sino porque invita a hacer de ella un medio para llegar a lo profundo. El autor invita a buscar en nuestra vida una banda sonora que nos acompañe. Una música capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos y encontrar en la soledad un espacio privilegiado para llenar de significado el complejo al arte de vivir.
«Cuando hablamos de soledad, en realidad estamos hablando de muchas vivencias, de aspectos diversos de la vida, y probablemente cada uno de nosotros la definiríamos de un modo distinto, evocando momentos e historias diferentes. Por eso, antes de adentrarnos en una reflexión sobre sus motivos y sus respuestas, quizás pueda ser útil entresacar algunos rasgos que nos permitan aproximarnos a todas esas vivencias. Podríamos decir que la soledad es diferente (una compañera de viaje con muchos rostros); que es subjetiva (porque no todos la vivimos de la misma manera, aunque estemos en situaciones o momentos semejantes de nuestra vida, por lo que no hay recetas fáciles para lidiar con ella); que tiene algo de paradójico (y es que puedes encontrarte solo en medio de una muchedumbre, y acompañado en medio de un desierto); y, por último, que a veces acaricia y otras veces muerde».