Dios se hace tan pequeño y frágil que la primera imagen visible que tenemos de Él es la de un recién nacido: la de un bebé. La Navidad nos recuerda que el Grande se hace pequeño y frágil para llegar a nosotros, para vivir con y como nosotros.
Es un bebé, inofensivo, que solo quiere amor. Pero muchas veces, coger a un bebé da miedo. Es algo que impresiona, puesto que piensas que se te puede caer, que es demasiado frágil, que no sabrás hacerlo.
Pienso que acoger a Dios muchas veces da miedo también. Queremos darle amor a ese recién nacido pero ¿y si no estamos a la altura para acogerle en nuestros brazos ?, ¿y si no sabemos cuidarle? Tantos y si…. Por el miedo a tenerlo en nuestros brazos perdemos la oportunidad de amarle y sostenerlo en nuestro pecho cerca del corazón. Tantos miedos, tantos “y si” le ponemos a Dios que nos perdemos la oportunidad de acogerlo dentro de nuestro corazón y dejar que se haga grande en nuestra vida.
Ojalá que en esta Navidad podamos mirarle, acogerle y abrazarle. Ojalá que podamos intuir desde la oración que nació para nosotros. Que vino para amar y ser amado. Y que espera que salgamos de nuestros «y si» y de nuestros miedos, para atrevernos a tomarle en nuestros brazos.