Buscar oro puede ser algo complicado a la vez que gratificante. Durante la época de la Fiebre del Oro en el siglo XIX muchas personas migraron buscando todo lo que el oro podría aportarles a nivel laboral y socioeconómico, constituyendo toda una corriente popular en ese siglo.
Nuestra sociedad del siglo XXI vive otro tipo de Fiebre del Oro en cuanto a la búsqueda de referentes y modelos con los que sentirse identificados y a los que seguir. Lo vemos en las redes sociales, los políticos, en las calles… y también lo vemos con una juventud a la que a veces le cuesta sentir esa identificación y por lo tanto apuesta por el eclecticismo.
Cuando una persona de 86 años se sienta con diez jóvenes para charlar sobre aspectos que preocupan a la ciudadanía, podríamos decir que hemos encontrado oro puro; más aún cuando esta persona es el papa Francisco y estos jóvenes pertenecen a contextos socioculturales muy diferentes. Y esto es lo que ocurre en el reciente documental Amen: Francisco responde producido por Jordi Évole.
Temas como el papel de la mujer en la Iglesia, los abusos sexuales a menores, la acogida de la comunidad LGTBI, la migración, la secularización, el aborto… son abordados sin pelos en la lengua por estos jóvenes que buscan en el papa Francisco respuestas a sus propias vivencias como cristianos o simplemente confrontar lo que vive la sociedad del siglo XXI con uno de sus líderes.
Puede parecernos que en algunos aspectos el Papa no está diciendo nada nuevo de lo que lleva ya predicando estos diez años de pontificado, pero a lo mejor simplemente es que nos hemos acostumbrado a escucharlo y que ha dejado de interpelarnos. Su manera de plantear la secularización como fruto de un posible acomodo de ciertos miembros de la Iglesia que ya no están en los márgenes, su llamada de atención a la fraternidad como única forma de vivir el Evangelio y por ende, su recuerdo constante de que las personas vulnerables, migrantes, LGTBI… son hermanos y hermanas, hijos de Dios. Todo esto puede sonarnos, pero no por ello debe dejar de ser llamada constante.
Otros temas, como el papel de la mujer en la Iglesia, se topan en la entrevista con una respuesta más oficial ya que el tema choca de frente con la cuestión teológica. Se puede ver claramente el interés de esta juventud en una Iglesia donde la mujer tenga más protagonismo, donde se reconozca su trabajo y donde ocupe las estructuras de poder. Y la Iglesia, como gran maquinaria que se mueve despacio, será capaz de abordar parte de estos interrogantes. Pero cada persona debe elegir sus luchas, y el papa Francisco entendió muy bien las suyas, hasta pelearlas con uñas y dientes.
Serán otros que vendrán quienes tendrán las respuestas a la generación del mañana y el oro seguirá esperando a ser encontrado si estamos en actitud abierta para descubrirlo allí por donde ya habíamos pasado.