Libre de miedos
Y de angustias innecesarias.
De sueños que paralizan,
Y de planes que sólo acaban en mi.
De vidas paralelas
Y de afectos que no me dejan seguir.
De cadenas que me atan a la nada
Y que me impiden llegar a Ti.
Libre para amarte y servirte,
para darme por entero
En un mundo que tiene sed de ti.
Libre para amar a los otros,
a tu misión, a tu Iglesia.
Libre para mirarte a la cara,
día tras día, más allá de la incertidumbre,
Y preguntarte:
¿Señor, qué quieres hoy de mi?