Libra mis ojos de la muerte

Libra mis ojos de la muerte

dales la luz que es su destino.

Yo, como el ciego del camino,

pido un milagro para verte.

 

Haz de esta piedra de mis manos

una herramienta constructiva;

cura su fiebre posesiva

y ábrela al bien de mis hermanos.

 

Que yo comprenda, Señor mío,

al que se queja y retrocede;

que el corazón no se me quede

desentendidamente frío.

 

Guarda mi fe del enemigo

(¡tantos me dicen que estás muerto…!)

Tú que conoces el desierto,

dame tu mano y ven conmigo. 

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